En un mundo que constantemente quiere decirnos quiénes somos, caminar en nuestra verdadera identidad como hijos de Dios no es solo un acto de fe: es un acto de guerra espiritual. Cada día se libra una batalla invisible que busca minar lo que el cielo ya ha declarado sobre nosotros. Y si no tenemos claro quiénes somos en Cristo, terminamos viviendo desde la inseguridad, el rechazo o el perfeccionismo... en vez de desde el amor inquebrantable del Padre.
1. Identidad no es algo que ganamos, es algo que recibimos
Nuestra identidad no nace del desempeño, ni de la aprobación de otros. No está basada en cuántas veces oramos o lo bien que hacemos las cosas. La identidad es un regalo que se recibe al creer. Cuando nacemos de nuevo, dejamos de ser esclavos y nos convertimos en hijos.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
Juan 1:12
No eres un proyecto a medio terminar, ni una decepción divina. Eres hija, eres hijo. Y eso cambia todo.
2. Caminar como hijos requiere renovar la mente
El enemigo no puede quitarte la identidad, pero sí puede lograr que la olvides. Y lo hace sembrando mentiras en tu mente: “No soy suficiente”, “Dios no me escucha”, “Tengo que ganarme su amor”.
Por eso, caminar como hijos de Dios implica renovar nuestro pensamiento constantemente con la verdad de la Palabra.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.”
Romanos 12:2
Tu mente es un campo de batalla. Pero cuando la verdad gobierna tus pensamientos, la gracia gobierna tus pasos.
3. Ser hijos implica acceso, autoridad y pertenencia
Como hijos, no caminamos para ser aceptados, caminamos desde la aceptación.
Tenemos acceso al Padre, autoridad espiritual en Cristo, y un lugar irremplazable en la familia de Dios.
“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”
Gálatas 4:6
Ese clamor dentro de ti no es solo una emoción: es el testimonio del Espíritu afirmando que perteneces.
La Verdad que debes saber
No eres cualquier persona. No eres lo que otros dijeron de ti. Eres hijo. Eres hija. Redimido. Llamado. Marcado por el amor eterno del Padre.
Y cuando caminas en esa verdad, no solo vives diferente: haces que otros también despierten a su identidad.
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos.”
Romanos 8:16-17a